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Actualizado el 31 de Diciembre de 1969


Error en la Figura del General San Martín


El presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana local Ricardo Falanga nos muestra un pequeño detalle, capcioso, pero de importante reparación histórica.

Días atrás conocíamos a Ricardo Falanga, flamante responsable de la Asociación Cultural Sanmartiniana, quien compartió con algunos colegas de prensa un detalle llamativo de la figura del General José de San Martín en plotters institucionales y usos particulares. Se trata de una figura que ha invadido los establecimientos y las redes sociales viciadas de defectos. Apelamos a sus conocimientos del Padre de la Patria y la historia del Departamento de San Martín para conocer un detalle y comenzar a utilizar sin errores la esbelta figura del Prócer en su caballo libertador. 

“Hoy una imagen que ha sido utilizada por movilidades municipales e incluso se puede apreciar en un mural pintado en calle Almirante Brown de San Martín donde se puede ver un San Martín en su caballo que dista mucho de la figura que conocemos en nuestra Plaza Departamental”, comienza el relato el encargado de defender los valores y los legados de los sanmartinianos. “Si se le presta atención, se va a ver que el pedestal es otro, que el brazo señala al cielo y que la silueta del sable se recorta contra el cielo y al revés de lo que debe ser; más parece el miembro viril de un caballo por montar a una yegua”, Falanga. 

De esta manera estamos descubriendo la aguja en el pajar dando la pauta que la figura cedida para estampar la marca del departamento de San Martín, o mejor dicho el símbolo del batallador Capitán de América, está equivocadamente utilizado. La apreciación de Falanga es por demás importante, no para defenestrar por el error acaecido, sino que muy por el contrario, intenta reparar pequeños detalles históricos que hacen al cuidado del legado del General San Martín, Libertador de Argentina, Chile y Perú. 

“Yo pregunto... ¿será posible subsanar al menos los detalles, borrando el sable y bajando un poco el brazo en las imágenes impresas en los vehículos?”, se pregunta en voz alta el Presidente de la Asociación Cultural Sanmartiniana y redobla la apuesta…”En la estatua de nuestra plaza, el sable está contra el cuerpo del caballo, por lo cual no puede verse recortada su silueta. San Martín señala más directamente hacia el oeste, y tanto el caballo como la cola son distintos”, sentencia. 

La historia del Caballo de San Martín

Según el historiador, miembro de la Academia Sanmartinia, Diego Sarcona, no hay constancia de que haya tenido un "caballo de batalla" a la manera del Bucéfalo de Alejandro Magno, el Oscuro de Urquiza o el Moro de Quiroga. Seguramente, José de San Martín utilizó una docena de caballos en sus campañas, pero sólo algunos han trascendido: el bayo de San Lorenzo, obsequio de un vecino del convento de apellido Rodrigáñez, y que resultara muerto en el combate por una bala de cañón, aprisionando con su cuerpo al jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo; el alazán tostado de cola cortada al corvejón y el zaino oscuro de cola abundante, ambos, según menciona su contemporáneo Jerónimo Espejo, caballos de paseo de San Martín durante su estancia en Mendoza, o el que le regaló Simón Bolivar luego de la Entrevista de Guayaquil. 

Aunque quedan tantas dudas como certezas, debemos estar seguros de que en estos estilizados caballos se prioriza un recurso estilístico que no se condice con la realidad del caballo criollo —de alzada mucho menor y más grueso— desplazado en la concepción artística por otros de raza extranjera, desconociendo que la importación de yeguarizos asiáticos y europeos se dio recién en 1825. 

¿Recurso estilístico? ¿Paradigma de perfección? ¿Canon de belleza en aquella época...? Del color que fuere, el caballo criollo —que sin dudas montó San Martín— fue el verdadero protagonista de sus campañas, pero no fue reconocido en las producciones artísticas. Y qué decir de nuestras mulas, más propicias para la montaña, animal elegido por San Martín para efectuar el cruce de los Andes.

R. M. Blanco


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