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Actualizado el Viernes 24 de Junio de 2016


Un Gran Hombre para Descubrir (quinta entrega)


Continuamos compartiendo el trabajo realizado por la Asociación Cultural Sanmartiniana Mi Tebaida, de la Ciudad de Gral. San Martín, sobre la vida de Don Martín Miguel de Güemes.

 

EL JEFE DE LA GUERRA GAUCHA (5)

Güemes organizaba y financiaba la estrategia general. Aunque sus gauchos se pudieran hacer matar por él, él mismo no entraba en combate, cosa que aquéllos nunca le reprocharon ni le exigieron hacer. Sus enemigos y algunos historiadores afirmaron que era un cobarde, ignorando que era hemofílico y que cualquier herida le hubiera causado la muerte por desangramiento.

Había hablado con San Martín sobre atacar Perú desde Chile; San Martín deseaba fuerzas activas en la frontera norte de Salta para tener a los realistas lejos de Lima. Sabiendo que Güemes era la persona indicada para esas operaciones, lo hizo nombrar General en Jefe del Ejército de Observación.

Güemes estaba informado sobre los movimientos de San Martín en su campaña por el Pacífico, y cuando éste desembarcó en la costa peruana pensó en hacer su propio avance al Alto Perú.

Pero no podía contar con el Ejército del Norte, del que quedaba una división al mando del coronel Alejandro Heredia (a órdenes de Güemes), y algunas armas en Tucumán, en poder del gobernador Bernabé Aráoz, que deseaba usarlas para tratar de hacer que la provincia de Santiago del Estero se sometiera a su gobierno.


A principios de 1821 Juan Felipe Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, le pidió auxilio a Güemes, y éste invadió Tucumán, más que nada para tomar las armas que necesitaba para su campaña del norte. Las fuerzas salteñas eran 2.000 gauchos provenientes de Salta, San Carlos y Rosario de la Frontera, y en febrero fueron a Tucumán. Por causa de la amenaza realista, las milicias de Jujuy no estuvieron en ese movimiento.


El 3 de abril, en Rincón de Marlopa, el ejército de Salta y Santiago al mando de Heredia e Ibarra fue derrotado por el de Tucumán que dirigían Manuel Arias y Abraham González, y otra columna salteña pudo expulsar de Catamarca a los partidarios de Aráoz. Aunque éste la recuperaría más adelante, su República de Tucumán habría de desaparecer en agosto.


Formado por las clases altas de la ciudad que estaban cansadas de pagar las contribuciones forzosas que les exigía Güemes, el cabildo de Salta aprovechó la ausencia del caudillo, lo declaró tirano y lo declaró depuesto. Muchos de sus miembros estaban de acuerdo con el general realista Olañeta para entregarle la ciudad.


Güemes volvió a Salta sin prisa, ocupó pacíficamente la ciudad y perdonó a los revolucionarios. Ésa se recuerda con el nombre de Revolución del Comercio; aunque fracasada, dio comienzo a las actividades de un partido opositor, el de la Patria Nueva, pues el partido de Güemes era el de la Patria Vieja.


La sexta y última invasión realista fue precedida por el intento de sorprender a Güemes, que tuvo éxito.


Imagen: Monumento en memoria de Güemes en plaza Chile, ciudad de Buenos Aires.

 


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