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Actualizado el 25 de Febrero de 2015


Nacimiento de Don José Francisco de San Martín


Un día como hoy del año 1778, vio la luz del día quien años más tarde liberaría a Argentina Chile y Perú de la opresión del yugo español. Su vida fue un campanazo, cuya vibración mantiene su eco en el tiempo.

El fruto al que le ha llegado su tiempo

Allá en la actual Corrientes, territorio perteneciente a las Misiones guaraníes, un niño nacía en un pueblo de nombre “Nuestra Señora de los Tres Reyes Magos de Yapeyú”, a la orilla occidental del hermoso río Uruguay, bajo el dominio del Imperio Español, parte del virreinato del Río de la Plata establecido un par de años antes  

“Yapeyú” quiere decir en lengua guaraní “El fruto al que le ha llegado su tiempo” o “El fruto maduro”.

Y este niño resultó ser un fruto maduro, al hacer en aquel lugar su presentación en la historia de su patria.

Estaba llegando el momento y los americanos estaban madurando para ser libres, así que no tardarían en reclamar la autonomía.

Sí, pero alguien tenía que tener la madurez necesaria a través de sus conocimientos militares y organizativos, como para dar el rumbo claro a la revolución que comenzaría en breve.

Su padre era Juan de San Martín, hijo de Andrés de San Martín e Isidora Gómez, nacido en la villa de Cervatos de la Cueza, provincia de Palencia (antiguo reino de León, España), y era teniente gobernador del departamento de Yapeyú. Sirvió como militar al rey de España, y en 1774 fue nombrado gobernador de este departamento, parte de la gobernación de las Misiones guaraníes, creada para administrar las 30 misiones jesuíticas tras la expulsión de la orden de América por orden del rey Carlos III. Además, para vigilar la frontera con los portugueses, que un día de 1817 destruirían el poblado.

Su madre era Gregoria Matorras del Ser, hija de Domingo Matorras y María del Ser, también nacida en Paredes de Nava, provincia de Palencia, prima hermana de Jerónimo Matorras, gobernador y capitán general del Tucumán.

Sus hermanos eran María Elena (1771), Manuel Tadeo (1772) y Juan Fermín (1774), nacidos en la Real Calera de las Vacas, en la jurisdicción de la parroquia de Las Víboras, y Justo Rufìno (1776), éste también nacido en Yapeyú.

El 6 de diciembre de 1783, previa estadía en Buenos Aires, toda la familia viajó a España, para radicarse en Málaga.

El niño comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la escuela de Temporalidades de Málaga en 1786.

Luego ingresaría al ejército español, tal cual sus hermanos varones. Él engrosó el regimiento de Murcia.

Combatió en el norte de África y luego contra los invasores franceses de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera, donde se destacó mucho.

Lo esperaba el regreso a su América, donde la revolución ahora parecía apagada, pero él avivaría el fuego de Mariano Moreno, y ahora sus campañas serían decisivas para las independencias de Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Uruguay, Bolivia y parte de Colombia.

Sin él, pues, Simón Bolívar no hubiera tenido las cosas sencillas.

Había vuelto a Buenos Aires a su tiempo, cuando estaba maduro como para participar en su emancipación.

Sí, él era el menor de sus hermanos. Pero es por él que nos acordamos hoy de todos ellos, que formaron su hogar y que lo vieron llegar al mundo.

Su apellido hoy resuena en todas partes de América.

La ciudad de Mendoza, capital de “la inmortal provincia de Cuyo” (como él la llamaba) lo hizo célebre, y él hizo célebre a Mendoza… don José Francisco de San Martín y Matorras.

Colaboración de Ricardo Enrique Falange Herrera para ARNDiario


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