Básquet: Morir con las botas puestas
Rivadavia quedó eliminado en los cuartos de final del torneo federal, pero a veces la gloria no necesita de títulos.
Todo lo bueno, tarde o temprano pasa. Es una regla de la vida que aunque no nos guste, se cumple siempre. Entonces, mas allá de la tristeza por la eliminación en cuartos de final en el torneo federal a manos de Estudiante de Olavarría, existe entre los amantes del básquet de Rivadavia la tácita idea de que este sueño dorado nunca terminará, pero a veces los esfuerzos institucionales y deportivos chocan con la injusticia de un mal arbitraje.
El naranja se jugaba la ropa ante el mejor equipo de la fase regular: ganó muy bien el primer partido, perdió el segundo en Olavarría y le robaron la definición del play off perdiendo sólo por dos unidades. Acostumbrados a ver a este equipo ganar tantos títulos consecutivos nos ha hecho olvidar que éste es apenas su segundo año de experiencia en el torneo y que las perspectivas para el entrante son muy buenas.
Más allá de la derrota, imagino que dentro de varios años este gran presente del básquet de Rivadavia quedará como una leyenda, un mito que contaremos de padres a hijos, de abuelos a nietos, una historia que dirá que durante mucho tiempo un equipo de titanes, salidos de este suelo que pisamos, era invencible, que no paraba de festejar campeonatos y que tenían el valor de ser torero en cualquier rodeo. Y quienes no conozcan la historia grande que hoy se está escribiendo no podrán creer que algo así haya sucedido en estas tierras. Escucharán entre asombrados e incrédulos, maldiciendo por no haber nacido en esa época tan gloriosa de nuestro básquet. Por suerte, para eso falta mucho y la historia dorada la siguen escribiendo tipos como Minelli, Centorbi, Francese, Cabañez, Trejo, Villaescusa, Ronco, Seoane, Villasclara... y seguramente muchos nombres más que ahora no puedo recordar. La vida siempre nos da revancha, el naranja la tiene el próximo torneo.
Para la Agencia Regional de Noticias, Nazareno Panella
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